Introducción de La siesta inolvidable 2007

Introducción original
Introducción especial de Carlos Barragán

sábado, 29 de noviembre de 2008

El valor de lo justo

Argentina al Diván

Decisión

Argentina me dijo en el consultorio: “No sé si voy a poder pagarle. Vio cómo está el mundo” Su incertidumbre encendió la mía ¿Cómo puedo yo como terapeuta tomar distancia del paciente cuando de éste y su capacidad de pago depende mi propia subsistencia? ¿En qué condiciones puedo ejercer mi trabajo si no sé si llegaré a fin de mes? Más aún cuando sé que Argentina tiene recursos. Ella hablaba: “Yo no sé porqué me quedé pobre, si tenía todo” Intenté serenarme y pensar en que alguna vez contaré con mi jubilación ¿Contaré con mi jubilación? ¿Dónde está el dinero de mis aportes? ¿En el Club de París o en el hospital que me cobijará cuando esté viejito? Yo no la escuchaba “Me dejaron sin nada, ni siquiera el control del dinero tengo” Había dejado de ejercer mi rol para dedicarme a salvar mi pellejo “¿Qué hago, doctor?” Hasta elaboré una táctica para sacar rédito: ofrecerle un plan de pagos con altos intereses que la atase a mí a largo plazo. Me reí al verme en el lugar del verdugo “Encima está lleno de parias en la calle que si uno se descuida...” Tenemos al sálvese quien pueda tan incorporado que sólo vemos nuestro pequeño mundo de avaricia y temor, amplificado por los medios masivos “El gran problema de la inseguridad”, dijo. El gran problema del desamparo, pensé. No tener a quién recurrir para que instale el valor de lo justo, es traumático.

Pero el trauma no es el pasado doloroso, sino su vigencia, la amenaza latente, presente. Pensaba: si los genocidas están siendo juzgados, porqué el maltrato se reproduce... “Siento que me estafan” al viajar en un transporte, al recibir una boleta de servicios inflada, al reclamar en call centers de “atención al público” a trabajadores sobreexigidos por sueldos míseros o en negro, al sufrir la falta de insumos básicos en hospitales, y al ver lo ocultado: cifras apócrifas, grupos del terror para los pibes de la calle, reparto de tierras entre funcionarios provinciales y amigos del poder, violentos desalojos a los pueblos originarios a cambio de contaminación y más concentración, y en los discursos que dicen lo contrario a lo que hacen. Desamparo (“inseguridad” de la que solemos culpar a los más desamparados).

“¿Me escucha?” Si negamos, si no llamamos a las cosas por su nombre, canalizamos la angustia en desconfianza al semejante, en más fragmentación “Doctor, lo veo como en otro lugar” Reaccioné: “si no le gusta cómo hago mi trabajo tiene las puertas abiertas” Al instante me arrepentí. Percibí su observación como un ataque, no como una crítica que puede generar un cambio positivo.

El psicoanálisis sostiene que el trato terapeuta-paciente no es una relación de poder de uno sobre otro, sino de pares que, cada cual en su rol, juntos van construyendo un saber que se puede trasladar al afuera.
“Cometí un error”, le dije. Aunque eso significaba perder un “poder”, sabía que recuperaríamos otro: la confianza, la responsabilidad, la conciencia colectiva y el buen trato en cada pensamiento y acto. Dar vuelta el mecanismo inconsciente que nos convierte en reproductores de la violencia social que padecemos. Sanar.

Por Marcelo Cotton
Colaboración profesional: Lic. Elina Aguiar
Columna publicada en la revista Caras y Caretas – Diciembre 2008

Gracias por tu aporte Sandra.

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