Introducción de La siesta inolvidable 2007

Introducción original
Introducción especial de Carlos Barragán

martes, 14 de abril de 2009

Inseguridad: Causa y efecto

Argentina al Diván


Argentina entró al consultorio con el ceño fruncido. Y, acto seguido, empezó a despotricar contra la “inseguridad”. Intenté analizar el sentido que le daba a esa palabra pero no me escuchó. “No hay nada que entender. Quiero seguridad, listo”. Pensé en excluirla de mi nómina de pacientes. “Nada puedo hacer como su terapeuta (dije) si se niega a indagar en la causa que la llevó a esta situación insegura” “Hace años que estoy esperando y nada, ya esperé bastante” Sentí que me exigía a mí una solución “¿Qué quiere? ¿Qué le ponga un guardia, que la encierre en un loquero, que le recete un sedante para que sienta seguridad?” No captó mi ironía y respondió: “Haga lo que tenga que hacer pero hágalo ya!”

Comprendí entonces la gravedad del estado de mi paciente: ella no mide efecto alguno, no es conciente de cómo se maltrata con tal de aliviar ese síntoma, y es absolutamente indiferente a la enfermedad que lo causa. Semejante comportamiento autodestructivo sólo puede explicarse en una patología depresiva.

“La verdad que usted ya me tiene podrida”. Me contuve y, gracias a eso, pude ver que detrás de su enojo e intolerancia, esconde un dolor sumamente profundo. “Voy a cambiar de terapeuta” (agregó). Y que tras sus amenazas hay impotencia y desesperación “Estoy harta de sus mentiras” Estuve a punto de ceder a mi propio aspecto irascible ante esta última provocación. Pero pensé: si lo hiciera, si yo reaccionara defensiva, intolerante e impunemente, estaría haciendo lo mismo que ella. Y eso evidenciaría mi propia inseguridad (mi falta de solidez y proyecto) sobre mi mismo y mi capacidad profesional. La acusaría a ella de mi propia falta, la expulsaría de mi consultorio (como pretende hacer ella conmigo) y eso generaría una violencia mayor que no remediaría sino más bien acentuaría mi inseguridad y la suya.

¿Que pretendo decir? Que no hay forma de revertir el síntoma sino incluyendo al otro, escuchándolo. Saliendo de la lógica binaria de coptación-expulsión que son dos caras de una misma moneda.

Ella habló: “¿No va a decir nada?” “¿Está dispuesta a escuchar?”, dije yo y pensé: nadie le enseñó a hacerlo. No ejercitó la escucha ni el trabajo en equipo casi nunca (y los pocos referentes en ese sentido desaparecieron o los hicieron desaparecer) “Y usted”, me dijo, “¿está seguro que puede escucharme?”
Mis referentes teóricos, como Freud, me dieron pautas, herramientas, pero depende de mí ponerlas en acción y no practicar dobles discursos. “Quiero hacer el intento”, le contesté y ambos respiramos más aliviados. Pero la sensación de vacío ante la ausencia de referentes reales y directos me invadió a mí. No hay salida, pensé.

De pronto dijo: “Hasta mis ejemplos en el mundo se caen” Y en esa frase llena de verdad encontré una clave: reconocer que sus referentes fueron falsos (y que sus aparentes seguridades se desploman al ritmo de sus finanzas) puede hacerla tomar conciencia de que ella está mucho más capacitada de lo que cree (por su destreza en caerse y levantarse) para capitalizar lo vivido y traerse seguridad, protección, cuidados, confianza, sin profesarse la violencia que los frustra.

Marcelo Cotton
Colaboración profesional: Lic. Elina Aguiar
Columna publicada en la revista Caras y Caretas – Abril 2009

Enviado por nuestra amiga Sandra Alfonso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios que se realizan, aparecen en la página, sin filtro alguno. Para que esto suceda necesitamos que los mismos no resulten ofensivos y/o insultantes hacia personas o empresas.