Introducción de La siesta inolvidable 2007

Introducción original
Introducción especial de Carlos Barragán

sábado, 10 de enero de 2009

Los primeros nativos digitales

Según un artículo de el diario El País de España, los primeros ejemplares de nativos digitales ya tienen entre 15 y 18 años y su crecimiento ha sido en conexión con el ADSL (Internet de banda ancha). Todo lo quieren a un clic de distancia y su actitud no es pasiva ya que quieren intervenir en la creación de contenidos. Generan música, videos, fotografías y todo lo comparten en las redes sociales (Facebook, MySpace, Hi5).
Para estos nativos digitales la televisión ya es cosa antigua.

El tam-tam de los nativos digitales

Carolina, Ester, Elisa y Mónica están sentadas en un pequeño despacho del colegio Lourdes de Madrid. Es el último día de clases antes de que empiecen las vacaciones de navidades, los alumnos corretean por los pasillos, disfrazados. Tienen 17 años, menos Elisa, de 16. Utilizan Internet desde los 11.

-Mi padre está obsesionado con las palabras, mira todo el rato enciclopedias.

-¡Buf!, pues mi madre se enteró ayer de que el móvil tiene cámara.

-Yo tengo móvil desde los Reyes de los 12 años.

-Pues yo he cambiado siete veces de móvil desde los 12. Si seguimos a este ritmo, para cuando yo tenga hijos, los coches van a volar.

Carolina, Ester, Elisa y Mónica pertenecen a la llamada generación de nativos digitales, un término que acuñó el tecnólogo Marc Prensky en 2001 y que agrupa a aquellos para los que Internet existe desde que tienen uso de razón, a los que no recuerdan la vida sin Internet. Dicen los estudiosos y muchos de los profesores que los educan que esta generación que ha crecido con un móvil en la mano izquierda y un ratón en la derecha es muy distinta de las anteriores.

Los primeros nativos digitales españoles tienen ahora entre 15 y 18 años. Han crecido conectados, con el ADSL funcionando a pleno rendimiento. No soportan la espera, todo lo que quieran está a un clic de distancia. No quieren que les cuenten un rollo, huyen de la secuencia lineal de información, quieren intervenir en el proceso, hacer clic para ir adonde les interesa. No son consumidores pasivos de contenidos, sino activos: crean contenidos, se mandan vídeos, fotos que retocan, que editan, son muy creativos; por eso la tele les empieza a parecer una cosa un poco antigua, aunque sea en pantalla plana.

Llegan a casa, se sientan frente al ordenador y mientras conectan con su red de amigos, ven un vídeo en YouTube, chatean con amigos mientras se descargan una canción o un capítulo de su serie favorita. Es decir, prestan atención parcial a varias cosas a la vez. "Su atención se divide mejor, su cerebro tiene un procesador más complejo", explica Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información del Instituto de Empresa. El que se educa desde pequeño con los idiomas, aprende muy rápido otros idiomas. Lo mismo pasa con la tecnología.

Siendo adolescentes, los nativos digitales manejan dispositivos que hasta hace poco sólo estaban al alcance de una persona de 30 años. El 96% de los jóvenes tiene móvil, según el último estudio del Instituto de la Juventud (frente a un 88,4% de 2004). Y como dice Soledad González, profesora de Economía e Historia del colegio Lourdes, de 57 años, lo que ella enseña a chicos y chicas de 17 años es lo que ella aprendió en la Universidad.

Los primeros nativos digitales, personas nacidas desde los años noventa, ya están llegando a la Universidad. Es allí, y en las enseñanzas medias, donde se pone de manifiesto la conveniencia de adaptar los sistemas educativos a unas nuevas necesidades. "El profesor deja de ser el poseedor del conocimiento", explica Fernando García, profesor de Química del colegio Irabia de Pamplona y autor del libro Educar hijos interactivos. "Hay una pérdida de autoridad de los padres y profesores, ya no le preguntas a papá o al profe las dudas, porque a lo mejor son ellos los que no saben". Las respuestas se buscan en Google y YouTube. "El profesor no puede ser un poseedor de conocimiento", sostiene García, "tiene que ser un guía que ayude a distinguir la información veraz de la no veraz; debe ser un tipo que acompañe en el uso de los medios".

Ángel León, de 56 años, responde al perfil de lo que Prensky llamó un inmigrante digital. Es decir, una persona que no ha nacido en ese entorno pero que se adapta a él. Como profesor de Historia del colegio Lourdes, ya no utiliza nunca la pizarra. "Hace años que no me mancho las manos de tiza", dice sentado en un aula, frente a su ordenador. "Mi tiza es esto". Y extrae de debajo de la camisa una llave USB de ocho gigas que llevaba colgada al cuello. Ahí están sus lecciones, que actualiza por la noche cuando llega a casa.

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