Introducción de La siesta inolvidable 2007

Introducción original
Introducción especial de Carlos Barragán

viernes, 28 de marzo de 2008

Miniprograma Nº 64 de la siesta inolvidable virtual

Bloque 1

La Siesta inolvidable de Jorge Halperín.

Hoy Jorge nos habla del Depredador Porteño.

Depredator

El personaje de esta siesta no tiene nada de entrañable, trágicamente no pertenece al pasado y posee mil rostros.
En general, se mueve en las sombras, aunque últimamente elige también la hora de la siesta. Ama la noche y sus pliegues, pero a veces también ataca de día. Es el primo hermano de esa clase dirigente a la que hemos pedido “que se vayan todos”.

Podríamos bautizarlo el Porteño Depredador, pero tiene familiares en todas partes. Hace un par de años detectamos sus andanzas en una investigación exclusiva de este programa en la que trabajó brillantemente nuestra detective Inés Rodríguez.

Vayamos a los cuerpos del delito. Primer caso, los cestos verdes que en alguna ocasión estuvieron y deberían estar por toda la ciudad para arrojar cómodamente la basura. En el micro y el macrocentro porteño, en pocos meses se procedió a reponer más de 1600 cestos desaparecidos misteriosamente, a razón de más de 200 por mes. Sin embargo, no tardamos en encontrar cestos destrozados porque el Depredador Imbécil rompe más y más rápido de lo que se repone. Y todo indica que nunca hay testigos.

Las fuentes oficiales nos dijeron hace un par de años que la ciudad pasó de tener un cesto cada ochenta metros en promedio a uno cada cuadra. Nosotros decimos: ojalá fuera así.

Pasemos al rubro comunicaciones: según denunció Telefónica de Argentina, la destrucción de teléfonos públicos en el país aumento en 2002 un cincuenta por ciento en comparación con 2001. Nos indicaron que en la Capital y el Gran Buenos Aires, uno de cada cinco aparatos instalados en la vía pública estaba fuera de servicio por actos de vandalismo. El veinte por ciento de los teléfonos públicos no funcionaba por su mal estado. No importa si las cifras son de algún tiempo porque la modalidad del Porteño Depredador no ha variado. Ahora más allá de la acción sistemática del monstruo, yo me preguntaría con que celeridad los repara la empresa.

Sigamos con los monumentos, esculturas, fuentes, mástiles, placas recordatorias. En total, suman unos dos mil doscientos en la ciudad de Buenos Aires. Según cálculos realzados por la oficina específica, Monumentos y Obras de Arte, cerca del treinta por ciento de las obras son dañadas intencionalmente. El caso emblemático es la Estatua de la Juventud, una obra en mármol que se inauguró en marzo de 1997, se robó al día siguiente y fue encontrada destruida en dos mil pedazos dentro de un volquete.

Uno puede imaginar muchachos pasados de cerveza y de otras cosas, barrabravas y, si se me permite la expresión, pelotudos. Pero no creo que sean grupos muy particulares. Y donde no tengo la menor duda de que el Porteño Depredador tiene toda clase de rostros y edades es en el daño sistemático de ese tesoro del paisaje y fuente de oxígeno y de sombra que son los árboles. Hay un extraordinario porcentaje de ejemplares desaparecidos o condenados a la muerte, a veces porque al vecino le molestan las raíces o simplemente le tapa el frente del negocio, y muchas veces porque se poda clandestinamente y se hace en forma pésima. Todos los días hay denuncias de vecinos responsables que informan de podas clandestinas.

Se daña el árbol, se le dejan heridas por las que penetran unos hongos que, con el tiempo, resultan mortales y, cuando falta el último empujón para que se consume el arbolicidio, los vecinos llaman para que lo saquen porque está seco o enfermo.

Se podría seguir con la destrucción de las chapas con los nombres de las calles y de muchas cosas más. Cuando uno se pregunta cómo es que ha surgido aquí una clase política depredadora, y cómo hay 130.000 millones de dólares que muchos argentinos se llevaron alegremente del país, es necesario posar la mirada sobre el conjunto de los ciudadanos, y registrar su indiferencia por los bienes comunes, por el paisaje y el ambiente, por las cosas que hacen la vida mejor. Tenemos que mirarnos y darnos cuenta de que, más allá de la diferencia entre corromperse o destruir un árbol, que es de todos, estamos enfermos de autofagia. Integramos una sociedad que todos los días se devora un poco más a sí misma y deja un páramo para las generaciones que vienen.

Jorge Halperín.

3 comentarios:

  1. Cómo se extrañan éstas siestas!

    Elena. Barrio Norte

    ResponderEliminar
  2. ¿Juan Cruz Magalí tiene programa propio? Me parece que se hace llamar Avelino Tamargo y esta en Rivadavia L/V de 13 a 13:30... La actitud PRO de este conductor/diputado es digna de Juan Cruz

    ResponderEliminar
  3. todavía cuando leo el libro de Halpe sobre las siestas me acuerdo la forma en que las relataba.

    La radio ya no existe...

    ResponderEliminar

Todos los comentarios que se realizan, aparecen en la página, sin filtro alguno. Para que esto suceda necesitamos que los mismos no resulten ofensivos y/o insultantes hacia personas o empresas.