Introducción de La siesta inolvidable 2007

Introducción original
Introducción especial de Carlos Barragán

jueves, 14 de febrero de 2008

Miniprograma Nº 33 de la siesta inolvidable virtual

Bloque 1

La siesta inolvidable de Jorge Halperín.

Revolución Industrial. (Primera Parte)

Hoy vamos a empezar otra carpeta de las Siestas. Ya les conté que las carpetas de la Siesta Inolvidable traen grandes acontecimientos y transformaciones. Esta carpeta de hoy relaciona el siglo XX con el siglo XVIII de una manera muy especial.

Bueno, les voy a contar una historia muy curiosa acerca de la sociedad que fue transformada más profundamente en menos tiempo. En la segunda mitad del siglo XVIII Inglaterra era todavía una sociedad aldeana y sus caminos eran deplorables. Baches, lodazales, zanjas y hundimientos hacían que las rutas fueran casi imposibles de transitar. Incluso, algunas de esas vías eran apenas huellas.

Resulta que la creatividad de un tipo va a producir un cambio que será decisivo. Era un escocés, se llamaba John Loudom Mac Adam e inventó un método para abrir vías de tránsito que consistía en drenar el suelo y colocar luego sobre el suelo una capa de piedras pequeñas. Supongo que son los caminos de ripio. Ahora parece sencillo, pero él fue el inventor y cambió la historia porque revolucionó el sistema vial inglés. O sea, hizo que las personas y las mercaderías circularan por todo el país hasta un punto en que la Revolución Industrial no sería pensable sin ese invento.

Pero yo les prometí una historia curiosa y aquí va: al escocés le llovían los trabajos públicos para hacer caminos con sus piedritas por toda Inglaterra, y el hombre era muy estricto. Exigía todo el tiempo a los trabajadores que usaran piedras pequeñas en la tarea, según lo indicaba su método. Ahora, para los trabajadores era un dilema: ¿cómo darse cuenta si una piedra era lo suficientemente pequeña? El escocés no era un tipo de explicar mucho y dijo lo siguiente: si una piedra no cabe en la boca de un hombre, entonces no sirve para este fin. Parecía que a todo el mundo le quedaba claro. Pero no.

Resulta que en una ocasión el escocés se las tomó con un obrero viejo acusándolo de usar piedras demasiado grandes. Entonces, el obrero, con cara de odio, se metió una piedra bien grandota en la boca – por supuesto que no fue para bajarle un discurso -. Pero, ¿qué pasaba? El tipo no sólo tenía la boca muy grande, sino que, además, se había quedado sin dientes. A partir de ahí, parece que el escocés antes de tomar a un nuevo empleado le revisaba la boca porque le podía salir un pavimento intransitable.
Bueno, pero lo cierto es que el invento de Mac Adam se tradujo en una red de caminos que permitió la circulación fluida de personas, bienes e ideas por toda Inglaterra.

Esta anécdota la cuenta Martin Hadis en un libro de extraña idea que realmente me atrapó. Se llama Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges. Lo primero que pensé al leer el título era que los ancestros ingleses de Borges es un tema demasiado sofisticado. Pero les aseguro que cuando empecé a leerlo, el libro me fue capturando. Hadis es un master en tecnología de medios del MIT (el célebre Massachussets Institute of Technology, lugar de punta para la tecnología mundial) y además investigó literaturas germánicas y filología en Harvard. Y en el libro se hace una pregunta clave: ¿cómo fue posible que en la Argentina surgiera el mayor escritor en lengua castellana? Entonces rastreó los antepasados de Borges e hizo un descubrimiento fantástico. El Borges brillante, erudito, amante de los libros, cultor del humor y la ironía, etc., empieza a construirse dos siglos antes con su tatarabuelo inglés (por rama materna).

¿Y qué tiene que ver esto con los caminos de Inglaterra del siglo XVIII? Bueno, hoy les empiezo a contar sobre los tres o cuatro inventos que describe Martin Hadis que fueron los que dispararon la Revolución Industrial, el cambio de era. Y fue en ese ambiente de una sociedad que se transformaba a toda velocidad y que permitía viajar mucho más, fui allí que creció aquel antepasado de Borges, viajero y cosmopolita como él. Esta es una historia en tres partes que concluye con los asombrosos parecidos entre aquel tatarabuelo que vivió los albores de la Revolución Industrial y su descendiente, nuestro autor de “Ficciones”.

Jorge Halperín

El lunes 18 de febrero publicaré la segunda parte de las cuatro.

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