Carta 3 de enero. Carlos Barragán

HORA 14:42

A esta hora estaríamos respondiendo la consigna, especulando sobre estupideces, contando miserias domésticas, quejándonos de que en casa no nos dejan comer todo lo que queremos, de las mesas de los bares en las veredas, de las bondades de la milanesa de mijo, de una detestada presidenta, o de las piedras que ya no vienen como antes.
En la producción estarían a los gritos porque el entrevistado que había prometido “estar” para las menos cuarto “no está”.
Bonello estaría haciéndonos comentarios de grueso corte por los auriculares.
Estaría llegando un paquete con comida desde el kiosco para Chofi.
Yo estaría discutiendo con Mariela sobre si el aire está demasiado frío o no.
Tomasi, el Gato Agui, entraría con algunas respuestas de repuesto que se le ocurrieron para cuando nos falla el cerebro.
Julieta nos dice “vengan para acá que ya está el entrevistado”.
Mariela se pondría un saquito. Gané la discusión.

HORA 14:46
Estoy en casa escribiendo esto porque volví a entrar al blog y descubro nuevas personas tristes, embroncadas, indignadas, que nos extrañan, que exageran sobre mis virtudes –porque el cariño es una máquina de exagerar-, y que descubrieron la carta de la gerencia que no hace más que ratificar los sentimientos de todos. Escribo porque me parece que es la forma de ser agradecido. Porque este trabajo que tengo se lo debo a ustedes, (versión sin demagogia: se los debo a ustedes también) y es el trabajo más lindo del mundo.
HORA 14:51
Mientras escribo tengo la tele en “mute” y miro a Mirtha Legrand con Darín. Veo a Mirtha mover los labios y veo las rosas rojas en el florero detrás de ella y pienso en los millones de oyentes inteligentes de radio Mitre, como rosas en un florero hermoso a las cuales hay que cambiarles el agua cuando el agua se pudre.

HORA 15:07
A esta hora estarían por comenzar “las breves”. Durante el informativo habríamos elegido el tema ochentoso empalagoso para presentarlas (elegir ese tema daba lugar a la discusión más fuerte y encendida del día), le hubiera contado a Bonello qué es lo que necesito (sí, minutos antes, sin papeles, y Bonello se lo acordaba y salía todo bien). Mariela me presenta como un mito viviente, o un einstein de la noticia , o una empanada de conocimiento. Chofi me apura con un “dale, gordo!”.
Yo diría “un día como hoy la filarmónica de Berlín estrenó...” y pondríamos a la filarmónica ejecutando “el que no salta se sienta en el pelado” y esas estupideces adolescentes que eran mínimas fiestas. Después, probablemente me la agarrara con Macri, lo pondría al gobernador Sobisch a manejar una locomotora, o a bailar en la playa, o a robarse un camión de bomberos y listo... no era tan difícil visto desde acá.

HORA 15:30
Tengo a mi lado la tapa de un inodoro que me propuse arreglar. Porque tiene un sistema extravagante, no tiene tuerca desde abajo y sólo se ajusta desde arriba. Como la bisagra está dura cuando lo levantás la tapa se sale.
Me pregunto cuántos en este momento estarán como yo intentando hacer que su inodoro funcione bien. Para poder descartar lo que no sirve de manera eficiente y rápida, sin tener que pelearse con la tapa y sus tornillos.

HORA 15:48
A mí ya se me pasó la angustia. Lo que tengo es tiempo libre que no calculé, y en este tiempo me vienen recuerdos que no quise que fueran recuerdos. Una porción de bronca por los que se han puesto tristes y otra porción de satisfacción por esa exacta explicación: soberbia, prejuicios, intolerancia... y la invitación a disfrutar.
Por ahí Marcelo C. (entradas a Carta de Mitre) escribió esto: “Mañana, pasado mañana, estaremos olvidados para ellos y también estaremos olvidados para nosotros mismos (...) Algún día, nosotros los escuchas dejaremos la esclavitud de la pasividad, nos sacaremos los auriculares, tiraremos las pilas a la mierda, apagaremos la radio y nos dedicaremos a vivir. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio programa: la libertad. Vamos a usarla. La radio, dicen, es el teatro de la mente: actuemos.” Y me pareció fantástico, es lo que me hubiera gustado escribir de haber sido oyente. (me siento obligado a aclarar que no comparto con Marcelo su idea sobre Silvina que más allá de evidentes desacuerdos es una persona íntegra y de bien, a quien quiero mucho).

TARDES
Hay tardes en todos lados, dentro y fuera del dial, y como dice Marcelo “estaremos olvidados”. Todos, borgeanamente, desde el que decide, hasta el que es decidido. El que lloró y el que se alegró. Los que hablan y los que escuchan. Pero todos tenemos nuestro programa de radio en la cabeza, entonces hagámoslo bien que ese no te lo saca nadie.

Carlos Barragán